A los internáutas...

Este es el Blog de un soñador que soñó ser un contador de historias. Algunas os gustarán y otras, puede que no, pero todas ellas son suyas, de su invención, a veces reales, otras no...Pero todas, siempre, de un modo u otro, buscan posar caricias en los corazones. allá donde se encuentren.

Nandín

martes, 14 de abril de 2009

"La lección"

.-...Y ahora, leéis la lección hasta que la aprendáis.
Dicho esto, nuestro "amado profesor", cerró el libro y caminó despacito, serio, sin titubear hasta meterse en su cuarto, pequeño y cuadradito de director que tenía en la antesala, por no decir "ante-aula" donde nos hacinábamos hasta tres cursos diferentes.
Eran tiempos precarios para aquel colegio privado, dotado de tres profesores donde se abarcaba toda la E.G.B. que no empezaría a respirar, durante unos pocos años más, hasta que no le llegaron las subvenciones estatales y que terminaría por cerrar cuando su "vieja figura" y dueño putativo, se jubiló.
Estaba aquel colegio "Incrustado" en todo el primer piso de un edificio nuevo, "incrustado" a su vez en una serrería de madera que a su vez, se "incrustaba" en mitad de una calle, formando lo que muchos arquitectos urbanos llamaban "martillos" y que no eran otra cosa que elementos de la propia arquitectura surealista no tomaban en cuenta al trazar las nuevas calles de aquellas ciudades que veían crecer los edificios alrededor de otros viejos que tomaban la mitad de su paso. No recuerdo de qué lección se trataba, pudiera ser algo relativo al cuerpo humano aunque tampoco le doy importancia, lo que si se, es que procedí a leerla enterita para aprenderla de memoria pues era seguro que él iba a salir a preguntarla, tal y como hacía siempre, sin explicarnos gran cosa sobre lo que leíamos o simplemente, sobre algunas de las palabras allí expuestas. Tendría yo sobre los nueve años y pertenecía a los pocos niños que cursábamos el tercero en la misma aula que los de séptimo y octavo que nos parecían muy grandes en cuanto a estatura y edad y con los que apenas nos relacionábamos...
Los de tercero nos sentábamos al fondo del aula en pupitres de madera y de dos en dos, como en la canción de "Asfalto", "Días de escuela" donde , girando la cabeza hacia mi izquierda casi por completo podía ver a través de la puerta a D. Manuel, sentado en su cuarto cuadradito que a la vez era su despacho. Recuerdo el silencio de aquel aula, mientras todos leíamos nuestras respectivas lecciones. Después de leerla durante tres veces, levanté la vista mirando al fondo, al resto de los compañeros ensimismados, giré la cabeza por segunda vez hacia el profesor y le vi mirándome, tan serio como de costumbre y yo volví a ensimismarme en aquella lección donde todo me parecía igual y ya no sería capaz de comprender más, salvo en seguir intentando aprender "de carrerilla", aquellas palabras que sin un razonamiento mi edad no admitía comprensión, previo o posterior, me daba igual, pero algo a lo que agarrarme para poder comprender...
Después de leerla otras dos veces, hastiado con tanta impotencia, empecé a girar la cabeza hacia mi izquierda en un intento vano de romper tanta monotonía y cuando mi cuello apenas había sobrepasado los cuarenta y cinco grados, sentí la explosión...
El impacto llegó en toda mi parte izquierda abarcando también la oreja. Me encontré mirando al frente, tan al frente que podía ver hasta a mi compañero de la derecha. No hubo más, ni palabras ni obuses, gracias, solo un pitido en el oído que me duró el resto de la jornada y me clavo la mirada a aquella puta lección, con las manos en las orejas para evitar más giros de mi cabeza. Aquella lección, en ese momento me di cuenta, no hablaba de nada de lo allí escrito, había que buscar entre líneas, hablaba claramente de impotencia, de dolor y de indignación...
A aquellos sentimientos, años después, se les unió también la vergüenza ajena.

Para mi buen apañero D. José Manuel , otro "sufridor" de aquellos "maravillosos" años...

4 comentarios:

  1. Lo del pítido me suena, nunca mejor dicho. Me ha transportado al aula en la que 30 energúmenos preadolescentes nos aburríamos sin remedio, vigilados por maestros sin vocación y celadores sin vergüenza, aprendiendo datos sin sentido en días sin fin.
    Salud y gracias por la dedicatoria, compañero de desgracias.
    Ah! y felicidades, creo, se dice, se comenta por cierto foro que hoy, día de la República, cumple años.
    Un abrazo grande.

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  2. Así es. Sobre lo de la república le contaré que siendo yo jovenzuelo e inberbe, caminando por el mi Gijón del alma, encontré una pintada en la fachada del palacio de justicia que rezaba: "¡Viva el 14 de abril!"
    y me dije "esto es cosa de algún amigo mio...o que alguien de forma espontánea, se a dado cuenta que soy un gran tipo" como afirma "Miguelito" el de "mafalda" en una de sus viñetas, jejeje.

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  3. "la letra con sangre entra", este como otros "dichos" fundamentaban una forma de educación que aún lamentable ha originado un vaiven que nos lleva en la actualidad a la postura contraria, que por laxa produce no menos estropicios en los tiernos infantes.
    Sea como fuere, me alegro de que su gran calidad humana sobreviviera a esta "de-formación".
    Gracias por sus relatos. Aprovecho la ocasión para, además,decirle que disfruté mucho de su compañía en Gijón, es Ud. un gran anfitrión y un tertuliano que ya quisieran algunos programas.... Besos

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  4. Gracias Carmen, yo también te quiero un montón.

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