A los internáutas...

Este es el Blog de un soñador que soñó ser un contador de historias. Algunas os gustarán y otras, puede que no, pero todas ellas son suyas, de su invención, a veces reales, otras no...Pero todas, siempre, de un modo u otro, buscan posar caricias en los corazones. allá donde se encuentren.

Nandín

martes, 24 de marzo de 2009

La escaramuza


"El sol apretaba firmemente sobre sus cabezas, aumentando al infinito el cansancio de sus cuerpos enjutos, enfundados en el uniforme azul del 7º de Míchigan. De vez en cuando, mojaban los pañuelos con unas pocas gotas de agua de sus cantimploras en un intento vano de refrescarse, pues no pasaba ni un minuto sin que volvieran a estar secos. El capitán que mandaba aquella compañía se paró y mandó un alto para sopesar la situación...
Llevaban varios días de patrulla desde que salieran del fuerte y no habían tenido ningún contacto con el enemigo
.-Dejar descansar a los caballos, pronto llegaremos al pozo donde podrán abrevar
comunicó a la tropa...
.-¿Se sabe algo de los exploradores?
preguntó a su teniente...
.-No mi capitán, aunque deberíamos saber algo ya de ellos...
El capitán oteó al horizonte con un gesto de fastidio y miró de soslayo a aquel cielo sin una sola nube.
.- Avise a la tropa que extreme las precauciones cuando pasemos por aquel desfiladero...No es muy largo pero podríamos ser víctimas de alguna emboscada...
.-¡A la orden, mi capitán!
Ordenó montar y emprendió la marcha hacia la entrada cuando , de repente y a unos cien metros, justo a la entrada del desfiladero, le pareció ver un cuerpo...
.-Teniente...Destaque dos hombres y compruebe si es uno de nuestros exploradores
.-Si señor...
Mandó hacer un alto y vio a los dos hombres dirigirse al galope. Al cabo de un tiempo, regresaron de vacío
.-¿Está muerto?
les preguntó...
.-No mi capitán, solo está herido con un roce en una pierna de un disparo...Se niega a moverse
.-¡Teniente!, diga a los hombres que aguarden pero estén alerta...
Emprendió el galope hacia aquel solitario hombre sin parase a escuchar a su subordinado...
.-A ver...¿Que te pasa ahora?
.-nada...¡ pero estoy cansado de hacer de explorador y tener que recibir siempre el primer golpe!
.-¡Alguien tiene que hacerlo!, ¿no?
.-¡Pues en la próxima misión que lo haga otro...!
.-Vaaaaaaale, ¿estás bien...?, ¿puedes seguir?
.-Si...pero están apostados esperándonos a lo largo del desfiladero...
.-ok, vente conmigo y el resto...hay que prepararse
Cargó con el herido y regresó junto a sus hombres
.-¡Soldados...!, están apostados en el desfiladero, preparen sus armas, pasaremos por él a galope tendido disparando y sin detenerse...Hay que llegar al pozo de agua o seremos hombres muertos...
Se prepararon y emprendieron la marcha con las armas en las manos mientras ajustaban las riendas de sus caballos firmemente...
Los proyectiles volaban de ambos lados, a veces fallando, otras acertando en algún cuerpo. El notó de repente como uno de ellos le rozaba un ceja mientras otro le acertaba en un hombro
.-¡La madre que los parió...!, ¡ estáis usando armamento antirreglamentario so cabrones...!
.-¡No dejéis de disparar, usarlo todo...!
Les gritó a sus hombres mientras le acertaba auno de sus enemigos en plena frente con un buen calibre, "ese mamón se va a acordar de mi una buena temporada", pensó ...
Lo habían logrado, pasando sin sufrir apenas bajas importantes, aunque contaban con muchos heridos. Él mismo sentía cómo su hombro le recordaba la refriega.
Llegaron al pozo percatándose que ninguno de aquellos cabrones se habían atrevido a perseguirlos...
.-¡Manueeeeeeeeeeeeeeel...!
Oyeron aquella voz desde una altura
.-La primera baja....Pensó mientras uno de sus soldados abandonaban la formación
.-¡Alvarooooooooooooo...!
.-¡Luiiiiiis...!
Oyeron y contabilizó dos bajas involuntarias más...
Las voces aumentaron otras tres veces más y de repente se quedó solo, con la única compañía de su teniente...
.-¡Fernandoooooooooooooooooooooooooooooo...A cenar !
El capitán oyó a su madre desde el quinto, reclamándolo...
.-¿subes, Luís...? preguntó a su vecino Luisito, el del cuarto
.-Vale Fer...¿mañana toca otra vez ir a pedradas contra los de la calle de abajo...?
.-Mejor que no...Le aconsejó su hombro y la sangre que le caía en un hilillo desde una ceja...
.-Mañana jugamos a Astronautas...¿Te parece...?
.-Vale...

lunes, 23 de marzo de 2009

El autobús

Cuando de tarde en tarde me acuerdo, no puedo evitar que se me escape una pequeña sonrisa...
Contaba yo mis quince años allá por el 77 y al contrario que el pequeño capitán de Julio Verne, yo era un personaje plural. Tan plural como los doscientos veinticatorce quinceañeros, uno arriba o uno abajo, salíamos en tropel del centro de formación profesional Revillagigedo en el barrio obrero de El Natahoyo de Gijón. Nos pasábamos seis horas en clase o en los talleres donde aprendíamos los oficios relacionados con la calderería y las máquinas herramientas, tornos y fresadoras, entre otras, siendo los del primer año, recién destetados de la E.G.B. los más numerosos e inquietos pues nos parecía todo nuevo, conscientes de la nueva etapa de nuestras vidas, con los nuevos compañeros, horarios, costumbres y hormonas recién estrenadas.
A las dos en punto de la tarde, sonaban los timbres de las clases y nos dirigíamos la mayoría hasta la parada del autobús que distaba cien metros del centro y donde tomábamos los diferentes autobuses urbanos que nos devolvían a nuestras zonas y senos familiares. para no recibir pisotones ni empujones de mis propios compañeros, entraba de los últimos y por ende, siempre me tocaba ir de pie la casi media hora que tardaba en llegar a mi barrio, soportando los vaivenes en las curvas, los frenazos y cómo no, los empujones, otra vez de mis "amamantísimos" compañeros... El caso era que aquel autobús solía llegar medio vacío a nuestra parada y que muchos casi se pegaban por subir los primeros para ocuparlos. Como yo era muy listo, se me ocurrió que, si en vez de quedarme a esperarlo en la parada de siempre, subía por la calle hasta la anterior, tendría sitio para mi solito, decidí que así lo haría mañana. Así fue como sin decirle a nadie mi plan, ni a mis propio y más allegados compañeros, pasé de largo al siguiente día y empecé a subir por aquella calle que ascendía en curva hasta la parada anterior...
Todo era correcto, bien planteado...pero no.

.-La deseada parada distaba unos trescientos metros en ascenso
.-Aquel puñetero autobús solía ser bastante puntual (hay que joderse)
.-Lo vi pasar por delante de mis narices cuando me quedaban apenas cincuenta metros para llegar...
.-¿Y ahora cómo explico la media hora tarde de más en casa...?
.-Evidentemente, sería quedar de tonto...

No hay que desesperarse...Al día siguiente, procuraría salir lo más rapido posible y caminaría a buen paso para subsanar aquel pequeño error de cálculo...
Sonaron de nuevo los timbres y bajé los escalones de tres en tres, entre los primero y apreté el paso con mi cartera a la espalda para subir aquellos cuatrocientos metros y cazar aquel autobús sí o sí...Llegué a la parada justito para pillarlo y me senté gloriosamente, con la sonrisa de oreja a oreja mientras aquella, mi carroza real, se dirigía rauda a buscar a mis plebeyos que ya se agolpaban para subir prestos y pillar las migajas que me habían sobrado, apenas cuatro asientos libres, y el resto de pie, a sufrir que el triunfo es para el que se lo curra...
Trascurridos doscientos metros en los cuales me sentía un privilegiado, el autobús paró de nuevo y subió más gente, entre la que iba una señora mayor. La pobre parecía cansada y tendría que pasarse, de seguro, de pie todo el trayecto y le cedí el asiento sin dudarlo, cosa que agradeció enormemente, si paramos a pensar que no solo era mayor si no que tendría que aguantar a aquellos ruidosos y abundantes chicos que parecían chicharras y que no se estaban quietos ni por asomo...
Al día siguiente, lo volví a intentar y duré sentado algo más, tres paradas...Puedo asegurar que de las ya pocas veces que lo intenté, el ochenta por cién de esas veces, nunca salí del barrio de El Natahoyo sentado...Lo mejor que recuerdo, ahora sonreído una vez más, es que yo no era el único de los doscientos veinticatorce...

lunes, 16 de marzo de 2009

El pago de la sinceridad

Habían acabado el entrenamiento y se duchaban. Él, como uno más del equipo, se sentía feliz, pues notaba que mejoraba en su condición física y que aportaba su grano de arena al conjunto.
Era un sábado por la mañana de un día soleado y primaveral. alguien comentaba que se iba a quedar a ver a los del equipo grande jugar el partido que en breve comenzaba. Recogió sus cosas, la ropa de entrenar, la toalla y las botas de fútbol, que metió en la bolsa de deporte; se peinó y salió del vestuario para buscar un lugar en la pequeña grada junto a sus compañeros y alguno de sus padres. Estaba solo, era temprano y podía esperar a coger el autobús que pasaba por allí cada media hora o, quizás lo bajara al centro de la ciudad, algún compañero con su padre.
El partido estaba siendo interesante y muy disputado entre los dos equipos, el de categoría superior de su propio club contra otro club de su misma ciudad, alternándose las ocasiones de gol entre los dos equipos y disputando ambos dos, la posesión del balón en el centro del campo.
Llegó la jugada... Un jugador del equipo contrario le arrebato el balón sin tocar al de su equipo, pero éste se tiró al suelo dando gritos como si le hubieran cortado la pierna...Él lo había visto bien claro pues la jugada se había producido a escasos metros de donde ellos estaban. Sus compañeros, junto a los padres, empezaron a gritarle al árbitro, insultandole, como al jugador contrario, poseídos por cien demonios. Cuando las voces se acallaban al ver que no se había pitado infracción alguna, él, con toda la tranquilidad del mundo a sabiendas que era lo justo, cometió tan grave error...
.-"No fue falta", comentó en voz alta y estalló la furia fanática, descerebrada, cobarde...
Se vio en décimas de segundo, arrancado de su asiento y rodeado por cuatro de sus compañeros insultándole y cogiéndole por el pecho, mientras dos padres coreaban improperios contra él también. Lo zarandearon mientras seguían insultando y lo echaron casi a patadas de su lado, como si de un traidor de mala madre se tratara...
Se marchó solo, llorando, pero no por la vejación, si no por la impotencia al verse sabedor de que lo que había pasado, no entendía cómo los demás no eran capaces de verlo también, de cómo el fanatismo tan absurdo se podía comportar con uno de su propio club y sorprendido de la actitud de aquellos padres a los que consideraba gente razonable, madura y con juicio justo...
No volvió más por allí y nadie lo reclamó, ni su propio entrenador. Años más tarde le tocaría jugar contra aquel club pero lo hizo sin ningún rencor, como uno más de sus partidos pero entregando a su nuevo club y a sus nuevos compañeros todo lo que llevaba dentro, como siempre lo hacía
Y es muy duro, para un alma inocente, ver a los 11 años, cómo y de qué forma, es capaz de comportarse el ser humano, amparado en la masa y de cómo puede llegar a cegar el puñetero fanatismo, el de cualquier índole.