Al héroe que se fue, al que yace bajo tus pies, ya nadie le aclama en olor de multitudes, ni reverdecen sus laureles las gotas del rocio.
Al héroe que no está, por el que ya nadie suspira, ya no le envidian los mediocres, en miradas del olvido.
Al héroe, al valiente, al que se atrevió a lanzar su paso con ideal convencido, sólo le lloran las piedras del camino.
Ya no le mecen sus cabellos, ni vientos ni remolinos, ni Le perfuman alegres, las flores con aromas, de amores encendidos.
Los ejemplos palidecen, la gallardía se esconde, las ilusiones se rompen, los alientos se secan, por agujeros recibidos.
Pobre héroe! Ingrata memoria!
Y a mí sólo me queda, el recuerdo vivido.