
Elevo mi brazo de arco...Firme, seguro, estable...mientras la mano de cuerda, abandona el estado de pretensión y comienza la apertura, buscando sin dudarlo, el anclaje en mi rostro...Hace rato que mi mirada se ha clavado en el objetivo...Todo el proceso se culmina, con perfección, con la memorización de años de entrenamiento...Mi arco espera...La flecha me pide que la libere, pues quiere volar, quiere sentir el roce del viento...Me pide que vuele con ella, que la acompañe en su viaje, que vea su logro, su elegancia bailando en el aire, en su precisión en la diana, pues ella es el producto de toda mi acción...Sólo puedo soltarla, es su viaje. Cuando parta, estará sola, luchando contra corriente o a favor, y entonces, ella, se dará cuenta que ha nacido para eso, que el tiempo transcurrido en el carcaj, solo era una espera. Será entonces, solo entonces cuando, una vez partido, mi arco se relajará, mis brazos descansarán y mi mirada buscará su estela, con algún temor a perderla, con la inquietud de no haber echo ningun movimiento de estanqueo que pudiera afectarla, torcer su camino...Será entonces, y solo entonces, cuando la tendré que olvidar, para rebuscar en mi carcaj, una nueva, gemela de la lanzada, que me pedirá lo mismo, pero sólo en su momento mientras que mi arco sea el que manda, el director de toda esta sinfonía...