
Extraño, que en tu camino te has asomado aquí, ¿No te extraña nada en tu vida? Sería extraño...
Sería raro que yo no extrañara tantas cosas...
Extraño las miradas de mucha gente, la que nunca conocí, pero extraño mucho más, las de algunos ojos que me han mirado a lo largo de mi vida.
Extraño a los que aun no conozco y ya me quieren, queriéndome en la distancia, sin haber un minuto compartido.
Extraño...
Extraño los abrazos que no te dí, por vergüenza al rechazo equívoco, extrañado, entraño.
Extraño...
Todas las caricias de mis manos en tu pelo, en tu rostro, sobre tu piel, platónicamente apasionadas.
Extraño al joven, desde el hombre que me mira en el espejo, aun siendo los dos uno, y uno solo el requerido.
Extraño el espacio de las risas, de las voces, del calor, entre todo este vacío, tan lleno de la nada.
Extraño desde mis entrañas, visceral, impulsivo, como nunca hubiese sido.
Extraño la presencia de un amigo que se fue, como tantos otros, buscando sin querer, ese sitio indefinido.
Extraño...
Voces de antaño, que equilibran mis recuerdos, mientras mi balanza se inclina por esa carga de nostalgia entristecida, que susurra a mi alma, que ya no volverán, que todo lo han sido.
Extraño el espacio en mi lugar, como el viaje de la flecha, en segundos consumido.
Así me siento a momentos, a veces flecha y otras arco, que siendo los dos para uno, uno no vive sin sentir al otro.